King Charles III joins the procession of Queen Elizabeth’s coffin from the Palace of Holyroodhouse to St Giles’ Cathedral, Edinburgh. Picture date: Monday September 12, 2022.


Pocos protocolos debe haber en el mundo que cuenten tantas cosas como el británico. En estos días de luto y proclamación de un nuevo rey, nos recuerda que puede ser un espectáculo hipnótico, pero, sobre todo, que, cuando se trata de comunicar, es un aliado impresionante.
Los mensajes difundidos desde el anuncio del fallecimiento de Isabel II, discursos aparte, nos recuerdan, desde el primer momento, que Reino Unido es ese país que combina a la perfección la tradición y la innovación. ¿Alguien pensó que en la corte más protocolaria se anunciaría el fallecimiento de Su Majestad por twiter? ¿Alguien esperaba asistir en directo por televisión a una ceremonia de siglos de tradición resguardada entre paredes milenarias y de la que no sabíamos nada? ¿Alguien esperaba ver por redes sociales los sorprendentes uniformes e indumentarias de hace 300 años que debían estar reservados hasta ahora a unos pocos cientos?
Pero, para contrarrestar a ese sorprendente aire fresco, ahí estaba también la fuerza del protocolo: los gestos, medidos al milímetro, un escuadrón de profesionales controladores de cada movimiento en cada escenario secular y de cada línea leída sin levantar la vista del papel para contar al mundo, sin improvisaciones, que la tradición se mantiene, que les gusta lo que tienen y que lo van a mantener y eso nos lo hacen saber con un protocolo impecable, férreo.
No hacen falta planes de comunicación especiales para un evento tan rompedor de la vida diaria y pública; basta con el protocolo que cuenta lo que ocurre y anuncia lo que va a ocurrir. Ah, y que, a partir de ahora, cuenta también con twiter.