MANDA LA TECNOLOGÍA

 

Que nos invaden los robots es una advertencia que escuchamos a diario. Una amenaza que llega con el miedo a perder el trabajo para que lo ejecute una máquina. Si ese proceso, que es imparable, va a resultar, finalmente, bueno o malo para las personas, es algo que provoca distintas versiones y opiniones. Hablamos, en realidad, de esa invasión de tecnología que no es el futuro, ya es el presente. La tecnología, con esos robots, la Inteligencia Artificial, la Ciberseguridad, el Internet de las cosas, el blockchain o con tantos otros avances influye en nuestro día a día, en la vida cotidiana, pero también es, en gran parte, la que condiciona y dirige el mundo.

Porque debajo de tanta transformación visible que afecta a empresas y particulares, transcurre otra guerra comercial, tecnológica; en realidad una guerra que cambia la geoestrategia y la actualidad de los bloques de países en el mundo.

Escuchando a Pedro Baños en un congreso de Ecofin sobre la adaptación a la tecnología 5G nos queda claro que el momento que vivimos es de un gran cambio de paradigma. Como usuarios de la misma nos parecerá importante a qué velocidad nos podremos descargar una película o ver que los coches sin conductor se podrán conectar entre ellos e intercambiarse datos, que el tiempo de obedecer una orden por un dispositivo será de 1 milisegundo. ¡Todo un descubrimiento, el mili segundo! O que el comercio electrónico será imbatible en rapidez y eficacia.

Pero, detrás de esas ventajas cotidianas, se libra la batalla de extender 5G en todo el mundo. Si 3G fue un invento europeo y 4G de Estados Unidos, China es protagonista en este momento y eso nos lleva a oír hablar de La Ruta de la Seda Digital.

Con la tecnología se conquista a los mercados y también a las sociedades y, a través de ello, se consigue influencia internacional e incluso cambiar la geoestrategia. Porque ¿dónde queda la Unión Europea en esta competición de tecnología e influencia? Cabría preguntarse si está enfocando adecuadamente las inversiones o si los programas para retener talento, no solo a través de remuneraciones sino también por ofrecimiento de medios para investigar, son suficientes para retenerlo.

En un plano paralelo, la tecnología avanza y cada día un baile de predicciones y estudios evalúan si ese cambio de paradigma nos va a dejar sin trabajo por los robots. Dice el Foro Monetario Internacional que en muy pocos años desaparecerán 5 millones de puestos de trabajo, pero otros informes compensan cifrando en varios puestos de trabajo nuevos los que surjan por cada uno que desaparezca. Evidentemente, van a ser distintos; y por ello tenemos que transformar el talento. ¿Acabamos por amoldarnos y obedecer a la tecnología?